COMPARTIR

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sábado, 9 de julio de 2011

El Hombre sin cabeza

Esta leyenda cuenta de la extraña muerte de un hombre que fue decapitado, y cuya alma pena tras el kiosco de la plaza principal de Gòmez Palacio, Dgo.

EL HOMBRE SIN CABEZA
 No es para que se asusten ni para que se espanten los niños. Pero hace unos años, todas las noches , ya muy noche, ahí en la plaza de Armas, por la parte más obscura de atrás del kiosco, se sentaba un señor muy misterioso, muy bañado y perfumado, quien a pesar de la casi oscuridad, se ponía a leer unas revistas, muy entretenido hasta muy altas horas de la noche.
Este misterioso señor, así como aparecía, se desaparecía, siempre estaba solo y de allá de vez en cuando que pasaba algún jovencito, les preguntaba la hora, quien sabe qué les decía, les sacaba plática y ya de rato, muy acomedidamente ya les estaba enseñando la revista, donde yo creo venían pintados algunos diablos o demonios, ya que los chamacos veían aquellas cosas con mucha atención y muy ensimismados, desapareciendo luego, así como habían aparecido.
Un día más y ese señor  ya no se volvió a ver, ya no regresó, más bien, desapareció y de esto se dieron cuenta muy bien algunos boleros, algunos choferes de sitios, los del puesto de periódicos, los de aguas frescas y alguna que otra gente que acostumbraba irse a sentar en las bancas, quienes de alguna y otra forma, se fijaron que ye tenía algunos días que  no asistía el señor aquel que se sentaba a hojear unas revistas, todos los días del año, hiciera frío, aire o mucho calor. 
Ya no se supo más, hasta que como a los tres meses encontraron su cuerpo sin cabeza, allá desbarrancado en la cuesta de La Fortuna, ya casi semidevorado por los animales carroñeros y quemado de sus ropas y partes de su cuerpo, como si hubiera puesto lumbre, brazas o carbones encendidos, quién sabe, pero eso ya no tuvo ninguna explicación.
Ahora, de cuando en cuando, en que ya es muy noche y que está soplando algún viento y haciendo terregal, todos los pajaros de repente como que se espantan y se despiertan y huyen, al ver en esa banca a un hombre sin cabeza, con una revista  en las manos y cuyo cráneo muchas gentes dicen que ahí está sepultado y que sólo recuerdan que a este señor lo apodaban La Madre Naturaleza.

 leyenda lagunera del Dr. Manuel Teran Lira

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