COMPARTIR

compartir hace referencia al disfrute en común de un recurso o un espacio. En sentido estricto, hace referencia al disfrute simultáneo o uso alternativo de un bien finito. En un sentido más amplio, compartir hace referencia a la concesión gratuita de un uso que es susceptible de ser tratado como un bien sin rival

sábado, 9 de julio de 2011

Leyenda...la cubana

La historia se desarrolla en el año de 1906. Una despiadada enfermedad llamada “la viruela negra” atacaba en todo el país. Los enfermos, según se cuenta, eran desahuciados y debido a la inminencia de su muerte, eran enterrados vivos, para evitar su propagación.
Una mujer, apodada por su origen como “La Cubana”, encantaba a todos aquellos hombres con su belleza, cada vez que la veían en un conocido burdel de la zona Alianza de Torreón.
La enfermedad, la atacó. Ante el temor al contagio, los clientes dejaron de asistir, situación que molestó a la dueña del lugar, por lo que optó por sepultarla viva. Este suceso no pasó inadvertido. Pronto toda la ciudad comentaba el caso, ya que “La Cubana” no era ninguna desconocida.
El tiempo pasó y el recuerdo de la hermosa mujer se iba borrando poco a poco. Pero una noche, según se cuenta, a las afueras de la una cantina llamada “La Feria”, justo donde las conocidas calandrias esperaban a sus clientes, una mujer vestida de negro con el rostro cubierto subió a una de ellas, solicitando la llevaran al Panteón Municipal número I, ubicado en la colonia Nueva Rosita.
El chofer, temeroso de que algo pudiera pasarle a la dama en aquel lugar, se ofreció a esperarla para su regreso. “No espere... aquí vivo”, dijo ella, cuenta la leyenda. Creyendo que era una broma insistió en esperarla. “Aquí vivo”, dijo la mujer, “¿qué acaso no me conoces?”, le preguntó; el chofer lo negó.
La dama levantó lentamente el velo negro que le cubría el rostro y el cochero, al verla, quedó atónito reconociendo el rostro de “La Cubana”. El hombre se desmayó quedando inconsciente durante algunas horas. El panteonero al ver las luces de la calandria salió y lo vio. A la mañana siguiente, el hombre le contó todo lo sucedido al panteonero, quien no daba crédito a lo sucedido, hasta que le mostró el billete con el que la misteriosa y bella mujer le había pagado por sus servicios.

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